top of page

El día de la ira de Dios

 

2Pedro 3:10

 

Pero cuando venga, el Día del Señor llegará por sorpresa como un ladrón, y en él los cielos se desvanecerán con un rugido estrepitoso; las estrellas se inflamarán y fundirán, y la Tierra y todas sus obras desaparecerán.

 

 

Es inevitable y sucede siempre que una persona tiene que pensar y hablar en los términos que conoce. Eso es lo que Pedro está haciendo aquí. Está hablando de la doctrina novotestamentaria de la Segunda Venida de Jesucristo, pero está describiéndola en términos de la doctrina veterotestamentaria del Día del Señor.

 

El Día del Señor es una concepción que recorre todos los libros proféticos del Antiguo Testamento. Los judíos concebían el tiempo en términos de dos edades: Esta edad presente, que es totalmente mala e irremediable; y la edad por venir, que seria la edad de oro de Dios. ¿Cómo había que pasarse de la una a la otra? El cambio no podría suceder por esfuerzo humano o por un proceso de desarrollo, porque el mundo estaba abocado a la destrucción. Como lo veían los judíos, había solamente una manera para que el cambio tuviera lugar: había de ser por la directa intervención de Dios. Al tiempo de esa intervención llamaban el Día del Señor. Había de venir sin advertencia. Había de ser un tiempo en el que se sacudieran los mismos cimientos del universo. Había de ser un tiempo cuando tuviera lugar el juicio y la destrucción de los pecadores y por tanto seria un tiempo de terror. "He aquí el Día del Señor viene: Día terrible, de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad y raer de ella a sus pecadores» (Isa_13:9 ). " Viene el Día del Señor, está cercano: Día de tinieblas y de oscuridad, Día de nube y de sombra» (Joel 2:Is). " Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento» (Sof_1:14-18 ). «El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que venga el Día, grande y espantoso, del Señor» (Joe_2:30 s). «Las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor... Porque haré estremecer los cielos y la tierra se moverá de su lugar por la indignación del Señor de los ejércitos, en el día del ardor de su ira» (Isa_13:10-13 ).

 

Lo qué hicieron Pedro y muchos de los autores de Nuevo Testamento fue identificar las imágenes del Día del Señor del Antiguo Testamento con la concepción de la Segunda Venida de Jesucristo del Nuevo Testamento. El cuadro de la Segunda Venida de Jesús que nos pinta aquí Pedro reproduce los colores del Día del Señor del Antiguo Testamento.

 

Usa una frase muy gráfica. Dice que los cielos se desvanecerán con un crujido terrible (roizédón). Esa palabra se aplica al batir de las alas de un ave, o al silbido de una flecha al pasar por el aire, o al crepitar de las llamas en un fuego del bosque.

 

No tenemos por qué tomar estos detalles con un literalismo crudo. Bástenos notar que Pedro ve la Segunda Venida como un tiempo de terror para los enemigos de Cristo.

 

Una cosa tenemos que conservar en la memoria. Toda la concepción de la Segunda Venida está henchida de dificultad. Pero una cosa es segura: Hay un día en que Dios irrumpe en todas las vidas, porque llega el día en que tenemos que morir; y tenemos que estar preparados para ese día. Puede que digamos que consideramos la Segunda Venida de Cristo como un acontecimiento del futuro distante; puede que la consideremos una doctrina que podemos dejar de lado; pero no podemos eludir el encuentro con Dios.

 

Por william Barclay.

bottom of page